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Expresión metafórica de ascendencia veterotestamentaria (Salm. 138.16; Ex. 32. 32; Is. 4.3; Dan. 12.1), que alude al registro místico en la mente divina de las personas elegidas o de los pueblo predilectos. Es probablemente una formulación metafórica de la memoria y de la voluntad divina, en las que Yaweh tiene inscritos a sus elegidos. los cuales van a ser objeto de su protección y de sus bendiciones.
Del Antiguo Testamento salta esa expresión, casi con idénticas resonancias, a los texto del Nuevo: Lc. 10.20; Filip. 4.3; Hebr. 12.23. Es en el Apocalipsis donde más explícitamente se la da un carácter misterioso y predestinacional: Ap. 3.5; Ap. 13.8; Ap. 20.15.
Esa idea del libro de la vida pasa a la tradición eclesial y poco a poco se va vinculando, desde San Agustín hasta las inquietudes teológicas del Renacimiento, con el misterio de la predestinación divina y de la salvación eterna.
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